El tiempo como maestro, no como un obstáculo.

A veces, crear es no hacer.
Es quedarse quieta cuando la mente corre.
Es sostener el deseo sin que aún haya forma.
Es confiar en lo que todavía no brota.
El ritmo a veces no nos pertenece.
A veces viene de afuera.
A veces nace de dentro.
Pero siempre, siempre, nos habla.

Fue en Cuba, en medio de una compra-venta frustrada. La dueña, una señora mayor, me miró con total seriedad y dijo: —No se puede firmar hoy. Es que tengo a Saturno en la casa X.

Yo pensé:
–¿Saturno? ¿Un planeta? ¿Qué tenía que ver un planeta con un papel legal?

Ella lo explicó así:
‘’Aunque yo quiera, las cosas no me salen a la primera. Siempre tengo que repetir los procesos. Saturno me pone pruebas.”

Seguí sin entender nada- Pero esa frase me quedó tatuada.
Y con los años… la empecé a vivir.

Hay personas para las que todo parece fluir sin esfuerzo. Y hay otras que necesitamos repetir procesos, construir, echar raíces. Tengo un ritmo interno de procesos que maduran lento, pero maduran bien. 

Pero esto convive con otra parte de mí que no para, que siempre está encendida. Una energía creativa que lanza ideas como palomitas. Una tras otra. Mientras la semilla número quince echa raíces (sin mostrar ni una hojita), ya sembré veinte más. Y la verdad… no sé si eso me funciona. O mejor dicho: me funciona cómo puedo. Porque sí: crear me ordena, me revela, me sostiene. Pero también desborda, agota. Satura.

Y ahí está el verdadero desafío: No es solo sembrar. Es acompañar lo que nace de esa semilla.
Sostenerlo. Cuidarlo. Respirarlo. 

Al observar ese proceso, entiendo algo.. y es que no todo tengo que hacerlo sola. Por que es necesario compartir el proceso para también sostenerse, delegar, compartir. Co crear. Ahí es donde aparece el equipo: Las manos que sostienen.

Tal vez la clave no está en apagar mi fuego, en bajar el ritmo; sino en aprender a compartir el calor, el movimiento.

En IRE, la dualidad que habita entre la quietud y el impulso es esencial en nuestros procesos, desde ella acompañamos y vivimos. Co-crear no es una técnica: es una forma de estar en el mundo. Creamos con artistas, con personas de mentes muy encendidas, que muchas veces se ven abrumados por su caudal de ideas. Por eso quiero compartir unas preguntas que quizás, pueden ayudar a darle ruta a tu terreno creativo:

¿Cómo son tus procesos, rápidos o lentos?
¿Qué necesitas para sostener lo que inicias?
¿Cómo acompañar todo eso que nace?

Porque hay ritmos que no (se) apuran. Hay momentos que necesitan cuerpo, emoción, descanso y silencio. A veces parece una danza en armonía, otras puede parecer un caos. Pero cuando fluye…es magia. Ahí lo invisible se hace presente. Aprender a leerse, reconocerse y respetar el ritmo propio no es solo deseable: es una herramienta vital para cualquier mente creativa.

Hoy pienso en Saturno y sonrío. Ahora lo entiendo, no como un freno, pero sí como un reflejo; Ese planeta nos pide pruebas y también pide presencia. Y quizás eso es lo que más necesitamos a veces: pausar, aquietar no como sinónimo de rendirse, sino de cuidarse, sostenerse y dar espacio al proceso de creación.

Que crear no sea una urgencia.
Que el proceso se vuelva un lugar habitable.
Que el equipo sea casa y el tiempo nuestro aliado.

Y tú, ¿cómo creas?
¿Has explorado tu propio ritmo?




Siguiente
Siguiente

¿Cómo organizar un evento que era para ayer?