Emoción en movimiento: transformar lo que sentimos para crear lo que queremos.
Bueno, A través del cuerpo llegó a su fin. La primera edición en este formato de cápsulas de talleres terminó, y como no podía ser de otra manera, sincrónicamente.
A través del cuerpo es una formación que, como todo lo que toca IRE, lleva cuerpo y lleva emoción. Cuerpo porque lo único que se le pide a las participantes que traigan consigo es su cuerpo, con todo lo que esta frase signifique para ti. Y emoción, porque la emoción lo es todo.
Aunque suene grandilocuente y absoluto, las emociones son la base de nuestras decisiones: elegimos pareja porque sentimos pasión, amor o calma. Compramos cosas o no según el grado de éxtasis o deseo generado. Escogemos una comida, un plan, un hobby, porque nos provoca placer; ¡es desde la emoción que nos movemos! Aunque nos hayan convencido fervientemente de lo contrario, provocando carreras de pollos sin cabeza a toda velocidad sin dirección, en busca de “no se sabe qué”.
Al igual que en la física con las energías, las emociones no desaparecen: se transforman (o se estancan, esperando el movimiento). Pero para que ocurra la transformación, primero hay que validar lo que sentimos. Y eso, hoy en día, la mayoría de los adultos no sabemos hacerlo. ¿Por qué? Porque nos asusta. ¿Por qué? Porque nos enseñaron que solo las emociones "positivas" eran válidas, y dejamos fuera todo un abanico de sensaciones que también son parte de lo que somos.
Todos tenemos emociones reprimidas, estancadas, que no supimos transformar. Y es normal; comenzamos muy pequeños a experimentar sensaciones muy fuertes, a veces no tan positivas, y sin herramientas para gestionarlas. De forma natural estas emociones se quedan ahí, esperando que nuestro adulto crezca lo suficiente para alquimizarlas.
Lo valioso es aprender a moverlas para que nos aporten información. Freno aquí, porque se lee rápido pero esto lleva carretera. Aprender a mover la emoción... ¿ah, amiga? ¿... para que nos dé información? What?
Ponemos primera.
Mover la emoción es ir al cuerpo. Es permitirnos sacar el aullido de la felicidad, dejar que el asombro se exprese con movimiento espontáneo. Es permitirnos la intensidad de sentir. Es ser auténticos y desde esa autenticidad —que no es una reacción impulsiva ni una emoción desbordada, sino una respuesta orgánica que nace de una emoción reconocida y regulada (que no es lo mismo que una emoción reprimida)— respondemos. En esa respuesta —auténtica, consciente— observamos lo que vuelve a nosotros. Entonces aparece una nueva emoción. Esa nueva emoción nos trae información. ¿De quién? De nuestro sistema nervioso, de nuestra intuición, y de nuestro córtex prefrontal, que es la parte del cerebro encargada de integrar la emoción con el pensamiento reflexivo, la toma de decisiones y la autorregulación.
Así, cada emoción se vuelve parte del diálogo con la vida.
Pero bueno, este blog no es un doctorado sobre cómo funciona este proceso. Para eso está el espacio en vivo: A través del Cuerpo.
Lo que quiero contar acá es que cuando aprendemos a reconocer lo que sentimos, cuando usamos esa información transformada, cual brújula, tomamos decisiones que nos llevan a otra realidad. Y esto justo es lo que nos acaba de pasar.
Hace apenas unas semanas, tuvimos una reunión de negocios en Madrid con los propietarios de un restaurante interesados en crear un dinner show. Dos hermanos tigres, un gerente gorila, como a ellos les gusta describirse, y yo.
Podrán imaginar mi primera impresión: tanta testosterona, tanta jungla, tanto músculo, tantos números, proyecciones y aspiraciones. Desde el inicio estuve en estado de presencia, es decir, conectada con el proceso de las emociones que les acabo de explicar. Observando. Sintiendo. Negociando con el cuerpo.
Estaba tranquila. Esa jungla no era nueva para mí, pero sí estaba leyendo el afuera para saber si era un contrato que me interesaba cerrar o no, si era un vínculo que traería paz o conflicto; mientras presentaba la propuesta artística y debatíamos opciones.
Y entonces pasó algo.
Los tigres y el gorila comenzaron a hablar de ilusión, de crear desde el corazón. Del amor y la sensibilidad puestos en la creación del restaurante. De lo que les motivaba, de sus infancias, sus sentimientos. De formar equipos que amen lo que hacen. ¡De sentir!
Me llené de asombro. Esa fue la primera información y, acto seguido, mi cuerpo esbozó una sonrisa. Estaba en terreno alineado. La reunión continuó, volvimos a los números, pero la sensación de comodidad y felicidad se mantenían en mi interior, dándome un sí rotundo y constante: Quiero hacer este proyecto. Quiero trabajar con estas personas. Quiero materializar sus ideas. Quiero aportar valor con mi visión.
Han pasado otros días, hemos tenido idas y vueltas. Estamos en el proceso de cerrar acuerdo, firmar contrato. Pero gracias a la emoción del asombro, a la información que me trajo, pude ver a los hombres enfrente de verdad. Y lo que es mejor aún: atravesar este proceso —el de cerrar nuestro primer contrato de dinner show en Madrid— con fe, calma y alegría.
Si quieren saber más, seguir la evolución, la producción y enterarse de qué trata el dinner show… estén atentas a nuestras redes sociales y próximas publicaciones.
Gracias a cada una de las participantes que trajeron su cuerpo, su emoción, su verdad. Gracias por abrir el espacio conmigo y habitarlo con tanta entrega. Nos vemos nuevamente a mediados de septiembre, cuando A través del Cuerpo abra sus puertas otra vez de manera sincrónica con la apertura del restaurante.
Se viene Savage Beauty.